El Design Thinking

Trabajando con agilidad en la construcción es muy común encontrar cierto escepticismo sobre la aplicación de las metodologías ágiles en el mundo de la construcción, en parte porque la gente a veces cree que es una forma de pensar exclusiva del mundo de la tecnología, y aunque se aplica mucho al desarrollo de software, esto tiene poco que ver con la construcción. Más bien al contrario, la gente olvida que una de las primeras metodologías ágiles surgió precisamente en la construcción: el Design Thinking.

Se pregunta mucho sobre “¿qué debo hacer para considerar que mi obra es ágil?”, como si hubiera una lista de comprobación que hay que realizar cada vez que se dirige un proyecto de construcción. La verdad es que lo ágil es un cambio de Mindset, y los pilares que escriben este cambio fueron bien resumidos por el manifiesto ágil en el año 2000. Donde los profesionales encontraban nuevas formas de gestionar los proyectos. Se habló mucho de proyectos de desarrollo de software, pero la semilla podría haberse plantado hace casi un siglo.

El Design Thinking se remonta a la Bauhaus, parte del movimiento modernista que, junto con el Stijl y Le Modulor, hizo que los arquitectos y diseñadores buscaran un enfoque más artístico para su trabajo, con una filosofía bien definida y una visión versátil de las demandas de la sociedad. Surgió la idea de una nueva arquitectura, y con ella un nuevo profesional.

 

Design Thinking

 

La Bauhaus predicaba que la forma sigue a la función -una funcionalidad racional de los espacios y los objetos-, cualquier parecido con el “software que funciona más que la documentación exhaustiva” no es una mera similitud. La Bauhaus también se empeñó en buscar una obra sin adornos ni referencias históricas anticuadas, buscando una obra “más limpia” sin referencias históricas, que se adaptara a las necesidades del público en lugar de remitirse a la intelectualidad de los edificios ya anticuados. De sus trazos limpios surgió una arquitectura más “Lean” (léase esbelta).  De ahí surge un principio de colaboración enfocado a generar respuestas a un mundo que pasaba por una nueva industrialización y especialización de los profesionales.

Por lo tanto, uno se da cuenta de que los valores de responder al cambio, centrarse en los individuos, buscar la colaboración y centrarse en la funcionalidad ya estaban presentes en el pensamiento de Bauhasian hace muchos años.

Pero, ¿por qué el mundo sólo habla de ello ahora? Quizá porque hasta entonces el flujo de información no era lo suficientemente grande como para provocar la necesidad de replantear por completo la forma de gestionar los proyectos y las empresas. La escuela ofreció una respuesta sencilla, centrada en el valor para el usuario, la función del edificio para el usuario. Todo lo demás son residuos.

Walter Gropius, el célebre creador de la escuela, hace una relectura de las funciones de los arquitectos e ingenieros, cuestionando la importancia real del trabajo que deben realizar ambos. Bauhaus busca un diseño y una gestión centrados en el propósito. El pensamiento de Gropius se resumía en una simple lógica de proyecto: Apertura, Briefing, Fiesta, Anteproyecto, Proyecto Básico, Proyecto Ejecutivo, Construcción o según el Design Thinking: comprensión, observación, punto de vista, ideación, prototipado, prueba e interacción. La lógica ya estaba ahí, el cuadro siguiente lo demuestra.

Sin saberlo, el creador de la Bauhaus había diseñado la lógica del pensamiento del constructor, del planificador, del diseñador. Esta lógica, al igual que la ingeniería, puede utilizarse para resolver problemas, y bajo la mirada de IDEO se convirtió en una gran herramienta para gestionar el proceso de innovación. Ahí surge una de las primeras prácticas de agilidad en la construcción.

Autor: Raphael Costa, Agile Coach en VerumPartnersTraducido Por: Alejandro Morales, Consultor AWP en VerumPartners