Muchas veces durante la implementación de prácticas de excelencia operativa (Lean + Agile), se comienzan a prestar atención al desperdicio de producción, buscando optimizar la entrega de valor al cliente y el ritmo de producción. Es común que en este análisis surjan como desperdicios todos los tiempos que no son utilizados en la producción de un producto específico, entonces ahí se comienza a mirar para reuniones, alineaciones e incluso descansos para ir al baño como desperdicios de operación. ¿Será así? 

En una investigación reciente, mostraron que los desarrolladores escribían en promedio 10 líneas de código al día y causaban asombro en la comunidad de desarrolladores. La pregunta que surgió fue: “¿Qué hacen cuando no están escribiendo?” La métrica ya es una estándar conocida para la construcción con sus tablas cuantitativas de hora hombre, y la verdad sea dicha, muchos proyectos de construcción funcionan bien usando esta métrica, entonces, ¿qué hay de malo en usar este tipo de métrica para los desarrolladores? 

Lo cierto es que existen dos formas de analizar el trabajo, y aunque la nomenclatura varía, casi siempre residen en dos tipos: el operativo, manual y repetitivo, y el que es el trabajo creativo. En el trabajo de construcción, la métrica que normalmente hora hombre funciona bien es para un trabajo manual y repetitivo. Para este tipo de trabajo es fácil acertar con un cuantitativo, el trabajo es conocido, los equipos tienen el mismo nivel de conocimiento sobre el trabajo, las instrucciones son claras, hay poco que pensar y mucha actividad física a ser realizada. 

La gran cuestión que la industria está empezando a percibir es que, con la evolución de la gestión y las tecnologías a nuestra disposición, el trabajo repetitivo es cada vez más pequeño, estamos gastando cada vez menos tiempo en trabajos que eran repetitivos, como dibujar líneas paralelas en una hoja de papel pergamino, y enfocando cada vez más nuestro trabajo donde tiene el mayor impacto:  creatividad. Entender la creatividad de forma amplia, no solo estamos hablando de concepciones arquitectónicas, sino también de concepciones estratégicas, sectores para la gestión de grupos de interés, análisis de escenarios e incluso del ocio creativo.  

Una gestión tradicional trataría primero de estandarizar el proceso creativo que se está diseñando, luego analizar los tiempos de cada actividad, identificar cuellos de botella, desperdicios y buscar reducirlos. 

El problema es que al estandarizar un proceso creativo prácticamente matamos la creatividad, que necesita un entorno estimulante para suceder. Entonces estaríamos cometiendo el error de considerar que la producción creativa de dos personas pasaría el mismo tiempo y finalmente, llamaríamos desperdicio a todo lo que nuestro análisis identifica como desperdicio, y no a lo que la persona considera como desperdicio. 

Entonces, ¿cómo aborda la agilidad este problema? Simple: administrar el sistema, no las personas. Por lo tanto, dentro de un trabajo de agilidad, buscamos entender creativamente qué trabajo se necesita realizar, se coloca una “historia de usuario”, es decir, una demanda que su cliente quiere ver resuelta. La cantidad de demandas comienza a analizarse cada período hasta un momento en que se estabiliza, es decir, un momento en que el equipo ha encontrado el ritmo sostenible de producción. En este punto pudimos analizar la cantidad de horas dedicadas por historia y en base a este promedio y una simple regla de tres, podemos estimar el tiempo restante, tanto en horas de trabajo (y cuántas personas necesitamos) como en sprints (períodos predeterminados por los equipos). 

La lógica, por lo tanto, se convierte en el análisis del sistema, no de las personas. Por supuesto, esta explicación es una simplificación, pero es precisamente porque es simple que puede ser aplicada por cualquier persona, y esto hace que el sistema sea más poderoso. La gestión es muy importante para mantenerse en manos de unos pocos, por lo que es interesante convertirla en un hábito de todos. 

 

Autor: Raphael Costa, Consultant of Capital Projects and Infraestructure en Verum Partners.
Traducido por: Gabriela Vila, Senior Innovation Consultant en Verum Partners